Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos. Salmo 138:8
Amado lector, su norte debe ser el propósito de Dios. Si usted lo pierde de vista, prontamente se encontrará lejos de la voluntad de Dios.
Todos fuimos creados con un propósito particular. ¿Sabe cuál es el suyo?
Es lamentable tener que reconocer que podemos vivir décadas de nuestra vida, desconociendo cuál es el verdadero plan de Dios para nosotros o quizá, ignorándolo de manera consciente.
Piense en esto: su norte, determinará su ruta, y la ruta, determinará su inversión. Como puede ver, todo depende de su norte. Amado lector, ¿cuál es su norte? ¿Acaso siente que está invirtiendo mal su vida?
La vida es una, el tiempo va rápido y no vale la pena desgastarnos por aquello para lo cual no fuimos creados. Por esa razón, una de las revelaciones más importantes de Dios para su vida, es el propósito divino que lleva su nombre y apellido.
Hoy debo desafiarlo a luchar por su propósito. El Señor quiere cumplirlo en su vida, pero hay algunas implicaciones en su cumplimiento: en primer lugar, humillarse. En segundo lugar, estar dispuesto a cambiar de ruta.
Humíllese hasta que Dios le muestre un norte. Dios es semejante a aquellos padres que solo hablan cuando sus hijos están dispuestos a escucharlo.
No acepte los vacíos que produce el desconocimiento de su llamado. Haga silencio, deténgase por un momento en su agitado camino y consulte a Dios. Él le mostrará su voluntad.
Los giros de la vida son completamente necesarios. Con “girar”, quiero referirme a estar dispuestos a cambiar de dirección. No tiene sentido seguir caminando por una senda que se aleja de nuestro destino.
El propósito de Dios supera el más elevado anhelo de un hombre. En el cumplimiento del propósito de Dios hay plenitud, alegría y mucha satisfacción.
Hoy quiero animarlo a re-enfocar su vida y a permitir que Dios le muestre su propósito. Lo invito a hacer la siguiente oración:
“Señor, tú eres el dador de la vida y eres el autor de mis días, no permitas que viva uno de ellos lejos de tu perfecto propósito para mí. Pon tus dones en mis manos, tu gloria en mi mente y tus metas en mis pies”.
Paz y bien.