Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten. Mateo 6:33
La ansiedad es una condición emocional nociva. Normalmente, aparece cuando nos exponemos a un tramo de dificultad o en situaciones que demandan una larga espera.
Entrar en un estado de ansiedad nunca será beneficioso. Con frecuencia, genera otras condiciones emocionales derivadas, e incluso, perjudiciales consecuencias que afectan la salud.
Ahora bien, ¿cómo enfrentar la ansiedad? En primer lugar, debemos ir al secreto. Buscar a Dios es la manera más efectiva de deshacernos de la destructiva ansiedad y sus efectos que se oponen a la paz espiritual que Dios quiere darnos.
Uno de los milagros que produce la oración es el de encaminar nuestra mirada hacia la majestuosidad de Dios. Mientras eso ocurre, nuestra impresión de las circunstancias cambia. Comprobará así que, milagrosamente, el problema ya no luce tan grande y las soluciones comienzan a aparecer.
En segundo lugar, deberá preguntarse si lo que usted espera tener o resolver beneficiará de algún modo el Reino de Dios. Muchas de las cosas que pedimos o esperamos suelen estar alineadas con nuestros deseos y no tanto con los deseos de Dios. La voluntad del Señor es que valoremos los efectos eternos de lo que pedimos o esperamos.
Hacer del reino de Dios una prioridad, le garantizará tener todo lo que usted necesita. Si está esperando por la bendición de encontrar su pareja, reflexione si la unión que aspira tener proveerá un beneficio al Reino de Dios o lo que busca es llenar un vacío personal.
Amado lector, usted es una persona entendida, por lo tanto, mi consejo es que sitúe el reino de Dios en el más selecto lugar de su lista de prioridades. Si así lo hace, su forma de vivir deberá reflejarlo. En palabras de nuestro Maestro, en tercer lugar, eso significa llevar una vida justa.
No engañe a nadie, no haga suyo lo que no le pertenece, tampoco apoye la maldad ni aplauda la inmoralidad. Viva como una persona íntegra que hace lo correcto y decide de acuerdo a su compromiso cristiano y no en favor de su conveniencia.
Muchas veces nos convertimos en esclavos de los afanes mientras buscamos con preocupación solventar una necesidad, olvidándonos de que nuestra búsqueda puede ser infructuosa mientras descuidemos el objetivo más importante, el Reino de Dios.
Haga del Reino de Dios su más grande tesoro; lo demás vendrá como una generosa añadidura.
¡Fuerte abrazo!