¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Romanos 8:35
Esta pareciera ser la voz del orgullo, pero en realidad es la voz de la confianza. Pablo confiaba plenamente en el amor de Dios. Él no tenía dudas acerca de las inmutables dimensiones del eterno amor manifestado en Cristo.
Cuando usted recibió la gracia de la salvación, con ella también le fue revelado el gran amor de Dios. Ese amor no cambia. Bajo ninguna circunstancia mengua, muda o se debilita.
Estamos ligados a Dios a través del amor y ninguna circunstancia podrá cambiar eso. Nada hará que Dios deje de amarnos. Por difíciles que puedan ser las circunstancias que usted atraviese, Dios lo seguirá amando y Él continuará tejiendo un gran futuro para usted.
Con frecuencia, cuando la aflicción aparece, negociamos nuestra confianza en el Señor y entonces dudamos de sus promesas. Es por eso que debe orar en este día, para que su corazón se llene de confianza espiritual y así pueda reposar mientras la aflicción termina.
Usted no podrá evitar que la aflicción aparezca. Pero usted sí podrá evitar que esa aflicción arrase con su fe y debilite su confianza en Dios. Recuerde que usted es absolutamente amado. Por tanto, aun cuando piense que no ha ganado nada, con el tiempo entenderá que Dios estaba usando las circunstancias para favorecerlo.
Quizá no esté atravesando un buen momento; sin embargo, este es el tiempo para descubrir de qué está hecho y cuál es la calidad de su fe. No disminuya su fe, no tolere la incredulidad; confíe plenamente en Dios.
Pida al Señor un carácter firme, constante, estable. No es orgulloso pedirlo; resulta ser orgullo pensar que no lo necesita.
Que nada lo separe del amor de Cristo.