La tierra produce las cosechas por sí sola. Primero aparece una hoja, luego se forma la espiga y finalmente el grano madura. Tan pronto como el grano está listo, el agricultor lo corta con la hoz porque ha llegado el tiempo de la cosecha». Marcos 4:28-29
Hay una palabra que nos cuesta un tanto de dificultad asimilar, pero que encierra un maravilloso y extraordinario obrar de Dios. Me refiero a la palabra PROCESO.
Sepa usted que la palabra “proceso” provoca distintos sentimientos. Tan acostumbrados estamos a lo instantáneo, pero nos cuesta experimentar las etapas de un proceso para finalmente tener lo que anhelamos.
Seamos honestos: la palabra proceso difícilmente llegará a ser una de nuestras palabras favoritas. Sin embargo, “los procesos” son parte importante del obrar de Dios en nuestra vida.
Amado lector, una semilla no da fruto de la noche a la mañana. Jesús lo enseñó de esta forma: “Primero nace una hoja, luego se forma la espiga y finalmente aparece el grano”.
Note la riqueza de este texto. Usa dos palabras clave: “forma” y “madura”. ¿No le parece excepcional lo que Jesús nos enseña?
A través de los procesos, Dios le da forma a nuestro carácter. Nacemos con una identidad genética única, heredamos ciertas condiciones biológicas; sin embargo, Dios nos moldea para que seamos semejantes a Él.
¿Es ese su deseo? ¿Desea que Dios le dé forma a su carácter? Si es así, usted va en la dirección correcta. Dios nos forma como el joyero a la joya y el alfarero a la vasija de barro.
Nos corresponde, entonces, ponernos en las manos de Dios para que Él se encargue de armonizarnos con sus extraordinarios propósitos.
Acerca de la madurez, me gustaría desafiarlo a ir a otro nivel como persona. Permítame convertirme en su mentor durante estos minutos de lectura.
Amado lector, es tiempo de mostrar madurez en toda su manera de vivir. Aún me encuentro personas lo suficientemente adultas que se comportan como niños. Hacen “berrinches” y se involucran en asuntos a los que nadie los ha llamado. Amado lector, este no es un consejo menor. Créame, le ayudará mucho el hecho de madurar como cristiano.
Actúe con serenidad, decida con el cálculo de una persona experimentada, no como un adolescente que es controlado por sus emociones. Conserve el enfoque. No permita que el ruido de su alma o el que viene de afuera lo distraiga. No hay tiempo que perder. Hay situaciones en las que no debe involucrarse. Mire su objetivo y no lo pierda de vista.
La madurez es una señal muy valiosa que indica que estamos listos para el siguiente paso. Lo animo para que en su oración le pida al Señor que lo convierta en una persona madura, fuerte y firme.
¡Bendecido día, fiel lector!