Espera en Dios

Escrito el 26/07/2025
Pr. Gustavo A. Muñoz L.


«Mi porción es Jehová; por tanto, en él esperaré», dice mi almaLamentaciones 3:24


La sed de nuestro espíritu tiene solo una forma de ser saciada: el conocimiento de Dios. Nuestra oración debe ser como la de aquel que sabe que no hay nada, ni nadie, que pueda poner nuestra vida en la perspectiva correcta, excepto Dios.

Alguien dijo: “La oración que Dios espera es aquella que termina desplazándome a mí y entronizando al Señor en mi vida”.

Pero es necesario buscar a Dios con sed. Buscar a Dios con sed significa volcar a Él nuestra atención y derramar como agua nuestro corazón.

Aunque el amor de Dios es eterno y no debemos dudar de Él, de algo debemos estar seguros: Él seca todas las fuentes de nuestro entorno, para luego ofrecernos el agua de vida que produce verdadera plenitud en nuestros corazones.

Al acercarnos a Dios, debemos reconocer que no hay nada bueno en nosotros; incluso nuestras mejores virtudes o bondades son como trapos sucios.

A veces, un grado de jactancia evita que busquemos sinceramente a Dios. Con frecuencia, nos comparamos con otros y decimos: "Yo no le hago mal a nadie, soy mejor que mis vecinos" o, al menos, "no me equivoco tanto como otros".

Debemos recordar entonces lo que dijo el profeta Isaías: “Todos somos como gente impura; todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos como hojas: nuestras iniquidades nos arrastran como el viento”. Isaías 64:6

El fin de la oración no es cambiar el parecer de Dios, sino permitir que Dios nos cambie.

La restauración de Dios comienza con la purificación. Si nos acercamos a Él, debemos tener la disposición para que nuestra forma de pensar y vivir sea transformada.

Amado lector, concluya con prontitud; reconozca que usted sigue necesitando a Dios. He hecho, la razón de su alegría y plenitud es Dios.

Usted no será decepcionado. Si espera en el Señor y lo busca, será grandemente recompensado.

Haga del Señor su alimento y, entonces, podrá mantenerse firme.

¡Bendiciones!