Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad. Proverbios 26:11
Amado lector, usted debe aprender de sus errores. Si se equivocó o tomó una mala decisión en el pasado, su tarea es aprender de su experiencia para no cometer dos veces el mismo error.
Yo escucho muchas historias de personas que no supieron capitalizar sus errores y fracasos. Me refiero a que nunca se detuvieron para identificar el punto de inflexión, es decir, la raíz de su tragedia o ese movimiento drástico que alteró negativamente los resultados.
Encontrar ese punto de inflexión es fácil. Es cuestión de preguntarse: ¿qué pasó? ¿Cómo fue que llegué hasta aquí?
Cuando vivimos conscientes de la importancia de responder esas preguntas, es más fácil evitar nuevas rutas de fracaso.
Haga una pausa hoy. Observe su camino recorrido y piense en esas zonas de peligro a las que nunca debería regresar. Piense en ese tipo de negocios que nunca más debería hacer.
Si fue inocente al tomar una decisión o confiar en alguien sobre un asunto que comprometió su futuro, no tiene sentido que siga actuando bajo el mismo patrón; debe cambiar su receta.
La vida es emocionante porque nos permite levantarnos de los fracasos. Pero es preciso valorar cada experiencia con el propósito de aprender.
El perro no tiene vergüenza; nosotros, los seres humanos, sí. El perro se come lo que desechó; las personas, en teoría, no hacen eso. El principio es este: “No se cae en el mismo hueco dos veces”.
Si en el pasado no escuchó un valioso consejo, no lo haga de nuevo. Si se apresuró para tomar una decisión, entonces esta vez decida con cordura y con la frialdad de la razón.
Jesús dijo que era inevitable que no vinieran los tropiezos, pero su tarea es ubicarlos antes de chocar con los mismos resaltos en el camino.
¡Bendecido día!

